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miércoles, 20 de enero de 2010
* Capítulo 5: Ojos color aguamarina
Tal vez es tanto mi anhelo, que mi mente me muestra lo que mi corazón y mi alma necesita, tantas veces a lo largo de los años la he visto, a lo lejos mirando al infinito, concentrada en los contornos del paisaje… con su cabello suelto… como me gustaba verlo… acariciando sus suaves hombros.
Muchas veces a lo largo de estos años… la veía… un alivio para mi alma… un sufrimiento para mi corazón, el mirarla a lo lejos… el verla tan apacible… pero tan lejos de mis manos…
Pero todas esas visiones, eran como un sueño, los bordes difusos, ese velo característico de los sueños empañando sus rasgos, es por ello que me provoco visiones del pasado, para poder verla, a través de los años olvidé como era el contorno de sus labios, la suave cadencia de su voz, el trino de su risa, la curva de su sonrisa, el color de sus ojos, la fragancia de su piel, el suave contoneo de sus caderas al caminar….
Cuando encontré que no podía recordar por completo, que mis recuerdos eran difusos, me encontré a mi mismo volviendo a mi pasado, solo para mirarla, para tenerla en mi memoria, cuando volviera a mi presente tormentoso… sin ella.
Ahora soy adicto al pasado, un recuerdo doloroso, pero que me mantiene cuerdo, con
la convicción de que la felicidad existe, que una vez la tuve… que eso, por lo que las personas deliran, suspiran y persiguen existe. Siempre intento sentirme afortunado por haberla tenido, el tiempo que fue, porque muchas personas pasan toda su vida buscándola y mueren en el anhelo de lo que no conocieron jamás… yo puedo morir, en el anhelo de volver a tener, aquello que me perteneció y después me fue arrebatado… soy un ingrato por no agradecerlo, pero no puedo evitar ansiar a la fuente de toda mi felicidad… Gene.
Y ahora la estaba viendo caminar, directo frente a mis ojos, como una aparición, una alucinación perfecta destinada a hacerme perder la cabeza… caminando grácilmente en la acera de enfrente, el sol ocultándose por los edificios que rodean a la ciudad, dando paso a las sombras que se adueñan del cielo… pero en el momento preciso en el que la sombras y la luz se mezclan en perfecta sincronía, en perfecta comunión, donde se conjuntan y se complementan formando un bello matiz de colores, ella giró sobre sí misma…
Sus ojos, giraron y se detuvieron en mí, solo unos instantes, unos instantes para confirmar lo que mi cuerpo y mi alma sabían desde que la vi y que mi mente se negaba a aceptar, era ella… Gene. En todos los años que tengo, jamás había visto ese color de ojos tan impresionante, ese azul aguamarina, era único… era de mi Gene. Parpadeo por unos segundos como analizándome, esa clase de expresión que los humanos usan cuando se encuentran desconcertados, intentando enfocar una vez más para ver si lo que ven es real, abrió sus ojos y me miró con desconcierto y creí ver también un brillo de reconocimiento en sus ojos, pero eso no podía ser cierto, ella no podía estar cruzando la acera…
En un impulso por mi parte, tendí mi mano hacia adelante, hacia ella, aunque estaba lo suficientemente lejos como para no alcanzarla, la dejé tendida esperando una respuesta, mi corazón palpitando apresuradamente en mi pecho, desesperado por correr a su lado, a encontrar la mitad que le fue arrebatada… tras un poco de titubeo, hizo el movimiento que estaba esperando… lentamente extendió su brazo hacia el mío. Colocando su palma sobre la mía en la distancia… la manera en la que nos saludábamos a lo lejos y ella había sabido exactamente cómo hacerlo. Si los latidos de mi corazón eran rápidos antes, ahora el ritmo de mi corazón se paró por completo, dejando solo el ruido de una calle que de repente se quedó silenciosa y sin gente.
Me miro unos instantes, parpadeó confundida, bajo la mano y en menos de lo que puedes pensar algo, rompió a correr calle abajo… siempre he tenido buenos reflejos, o al menos eso creía, pero pasó un largo momento para que pudiera ordenarle a mis piernas que corrieran tras ella.
Mientras corría tras ella, en el vaivén de su trote, la larga falda plisada que traía se movía ociosamente entre sus piernas, que no traía zapatos… ¿por qué no traería? Paro de correr y se giró firmemente para enfrentarme, sus manos cerradas en puños, su frente surcada de arrugas, me miro de entre sus cejas y movió sus hermosos labios y dijo:
-Parce que tu me suis- un suave y excitante escalofrío recorrió mi piel, era su voz también, no eran solo sus ojos, ni sus labios, era todo en ella, lo único diferente era su cabello, que siempre había estado por su cintura ahora estaba por encima de sus hombros, enmarcando su rostro en un suave velo obscuro.
-Parce que tu me suis- repitió esta vez con un tono de voz un poco más alto intentando llamar mi atención.
Porque la estoy siguiendo… pues… no lo sabía parecía perfectamente comprensible haber corrido tras ella, pero tal parecía que ella no sabía quién era yo… era una persona que se parecía muchísimo a mi Gene, pero naturalmente no era….
-Perdóname- le dije, para después percatarme que me había hablado en Francés, pero al parecer pareció comprenderme, porque ladeo su cabeza, en un gesto que indicaba su sorpresa, entreabrí la boca para decir algo, pero me arrepentí, cuando ella giró su cabeza de izquierda a derecha rápidamente, en un claro cierra-la-boca.
-Yo… creo… que… te conozco-el tono fue en el último par de palabras en forma de una pregunta, pero esas pequeña frase, tenía el poder de cambiar mi mundo por completo… no debía albergar esperanzas… ¿Y si esto era solo una mala jugada de mi cruel destino? Por usar mis poderes para propósitos egoístas como lo son… volver a mi pasado, a mi historia con Gene… Pero si esta chica de verdad era ella… solo había una manera de comprobarlo, mande un pensamiento silencioso a Leo para que se encontrara conmigo en el Starbucks de la calle Arenal.
-Si… creo que yo también te conozco- si tan solo pudiera albergar esa esperanza, si se concediera mi alegría… extendí la mano hacia ella y volví a hablar- sería tan amable de acompañarme a tomar una bebida caliente, en lo que esperamos a una persona que la pueda auxiliar?
-ah… pues… claro- tomó mi mano delicadamente y la lleve al café fijándome en que no pisara nada que pudiera lastimarla….
-Llegamos al café y le pedí uno con mucha espuma, suave y no tan caliente, ella nunca había probado el café, solo té, así que no quería que fuera muy fuerte para ella.
Volví a la mesa, donde ella admiraba las paredes con curiosidad… sus tobillos estaban entrecruzados en su base, sin cruzar las piernas, sus manos sobre las rodillas cuidadosamente dobladas… me senté en el sillón de enfrente y le di su vaso. Tomé un poco del mío para que viera la manera en la que se bebía y como siempre comprendió el concepto a la primera…
-No sé qué… es lo que… hago aquí…- su voz tenía curiosidad, pero ni por asomo miedo, se sentía segura, capaz, como siempre lo había sido…
-Lo averiguaremos no te preocupes- y claro que lo iba a averiguar
La puerta del local se abrió y Leo apareció, con Caro de su mano, me hizo un gesto de disculpa que despaché con un gesto de la mano, estaba claro que no iba a venir solo, ya que no se lo indiqué y Caro no se separaba de él un instante tenía miedo de que Leo fuera a desaparecer o algo así… Caro me dio una sonrisa alegre, la típica de ella, siempre una chica alegre a pesar de todo por lo que había atravesado…
"La chica muy parecida a Gene" o Gene, estaba de espaldas a la puerta, un sitio que había pensado estaría mejor para la conmoción de Leo, era mejor advertirle, fuera o no fuera ella. Estaba por pararme a hablar con el cuándo "chica muy parecida a Gene" habló:
-Esto es delicioso- una frase que arruinó toda la charla pre-impacto que tenía planeada. Su voz cantarina voló por el lugar, impactando en los oídos de Leo, trayendo los recuerdos de su hermana a su memoria…
Vi el reconocimiento en su rostro y el anhelo que seguro había estado en mi rostro cuando la vi cruzando la calle. Soltó la mano de Caro y caminó apresuradamente hasta ponerse frente a ella, quien levanto su rostro y enganchó su mirada aguamarina con la esmeralda de Leo…
“Chica muy parecida a Gene” se levantó ágilmente de la silla y se arrojó a los brazos de Leo y dijo con la voz rota por la emoción:
-Hay… Leo cuanto me alegra verte, ¿Dónde estamos?- no sé si mi mundo calló o se alzó victorioso… era ella… era Gene…estaba confirmado… la mujer a la que había amado y había perdido y que al parecer había recuperado de la nada… estaba eufórico, Gene estaba frente a mí una mujer que amaba aún más que antes… y también estaba roto en pedazos, hundiéndome en una marea que no sabía que había porque a pesar de todo la mujer a la que amo no me recordaba…
Ay ayy ayy perdon por la tardanza
Si pueden porfis comenten!!
lunes, 18 de enero de 2010
*Capítulo 3: Mentira y huida
-Samy- dijo, mientras me daba un beso en la mejilla.
Ir por liza hecho, ahora tenía que salir de aquí e ir… con Suzanne. Otra gran amiga de mi madre que al igual que Ángeles podía ayudarme.
lunes, 11 de enero de 2010
Capítulo 2: Puedes correr, pero no esconderte
Puedes correr pero no esconderte al menos no por mucho tiempo, tus temores siempre te persiguen, tarde o temprano habrá que hacerles frente..
Apenas estaba cerrando la puerta del automóvil, cuando mi madre ya había acelerado, tomamos el camino que sería más largo para casa, pero el más rápido, la autopista no tenía topes, ni semáforos y a esta hora también habría pocos automóviles.
Con manos temblorosas logré abrochar mi cinturón de seguridad. Respiré profundo y me preparé para preguntar lo que me daba miedo pero que era tan necesario conocer la respuesta.
-Mamá ¿Qué es lo que está pasando?- definitivamente la ignorancia no era una opción.
Mi madre pasaba los automóviles y las casas dejándolas atrás.
-Sam nos encontraron- la manera en la que lo dijo ocasionó que mi piel se erizara y simple y sencillamente un escalofrío recorrió mi piel, dejando mis sentidos atontados por unos segundos.
-¿Quiénes mamá?- Sabía que mi mamá tenía sus razones para estar asustada, como lo estaba en este momento, sabía que habíamos huido del lugar en donde nació mi madre cuando yo tenía 9 años y mi madre estaba embarazada de mi hermanita Liza. Se que no se guardan muchas memorias de los primeros años, pero yo no tenía ningún recuerdo de mis primeros 10 años que tuviera que ver con mi hogar…
-Ellos… vienen por ustedes- el ustedes me asustó, el ustedes solo podía aplicarse a Liza y a mí, no incluía realmente a mi madre.
-¿Por qué tendrían que venir por nosotras?- mi mente no lograba procesar esta información, sobre todo porque el tema de la huida... era un tema vetado en casa, nunca se mencionaba, porque mamá se ponía muy tensa… así que aprendí a no preguntar sobre el tema. Siempre pensé que mi madre era un poco paranoica… y que el irnos de… donde quiera que hubiéramos huido… pues se debía a… una desilusión amorosa… o algo así… porque mi madre nunca mencionaba… a… mi padre… jamás.
-No puedo explicártelo ahora- me dijo, soltó una mano del volante y se quitó una cadena dorada, tan delgada que podría ser hilo, que siempre traía encima, un grueso anillo de oro de unos buenos 2 cm de ancho colgaba de la cadena, brillaba por sí solo. –Toma- me tendió el anillo y yo lo tomé.
–Cuélgatelo- me dijo, pasé la cadena por mi cabeza, era tan larga que paso perfectamente, tomé el anillo entre mis dedos, estaba frío como el hielo.
-¿Porque me lo das?-
-Sam- dijo mi madre, cogió mi mano y la apretó ligeramente – en ese anillo esta todo lo que necesitas saber, úsalo cuando estés a salvo, lo antes que puedas, y por favor no permitas que te lo quiten- un apretón mas fuerte esta vez y luego soltó mi mano para regresarla al volante.
-nos están siguiendo- el tono de mi madre lleno de miedo, pero también coraje.
La cadena con el anillo en mi cuello, oculto tras mi camiseta blanca, en una silenciosa aceptación de que tendríamos que separarnos en algún momento, momento que se acercaba peligrosamente hacia nosotras. Siempre asumí que me separaría de mi madre cuando tuviera un título, un empleo y una manera de independizarme, sería para crecer, para aprender... No para huir, no por las razones que nos separaban ahora, la tensión estaba presente en mi cuerpo, afianzando mi mandíbula, me dolía la quijada y por más que lo intentaba no lograba aflojar la presión.
-Sam, me escuchaste? Nos están siguiendo, tienes que irte-
-no mamá no te dejaré no lo haré- las palabras salían en siseos no podía manejar mi dicción con toda la presión en mis mandíbulas.
-Sam tienes que irte, no soportaría que algo te pasará, necesito saber que estas bien- su tono rayando los bordes de la desesperación, pero no importaba lo que dijera no la dejaría, no conteste y mi vista seguía al frente y en los espejos revisando el camaro que nos seguía
de cerca. Los automóviles que mi madre rebasaba rápida y deliberadamente por derecha..
- Sam esto no es por mí, es por ti- una vez más no hubo respuesta por mi parte y sabía que el tiempo para que no hubiera marcha atrás estaba reduciéndose exactamente a 120 km por hora, en cuanto llegáramos a la estatal no habría vuelta atrás estaríamos juntas en
esto.
-Está bien Sam si no lo haces por ti hazlo por Liz- la sola mención de el nombre de mi hermanita hizo palpitar aún más rápido mi corazón - irán a por ella Sam, lo sabes, te necesito para proteger a Liza, ella te necesita hija... Por favor- dejo sus palabras al aire, dejándolas actuar lentamente, y maldita sea si no surtió efecto.
Me sentía terriblemente mal por haberme olvidado de Liza, mi hermana era tan pequeña y ciertamente no podía quedarse sola, necesitaba alguien que cuidará de ella. Y con todo el dolor de mi corazón tuve que aceptar la realidad, nos íbamos a separar...
-Está bien mamá lo haré-
Juraría que vi una sonrisa, una sonrisa triste, asomarse por la comisura de sus labios, pero solo lo vi de reojo, así que no puedo asegurar nada.
Giramos bruscamente a la derecha, alejándonos de la estatal e introduciéndonos al tránsito local.
Primero había pensado que la estatal era mejor, menos tránsito mayor velocidad. Pero si esta “gente” nos estaba siguiendo ¿Qué les impedía hacernos daño en la estatal? Sin tránsito… sin testigos… RAYOS ESTABA VIENDO MUCHO CSI, pero demonios si no eran mejor las calles atestadas de tránsito, tanto público como particular.
-Sam, ve a por Liza, ni se te ocurra pisar la casa, seguro ya estuvieron ahí y seguro saben donde estudia Liza, lo habrán averiguado ya, ve a por ella, sácala de ahí, deshazte del celular y ve con Suzanne- ¿Mi celular? A si… según el CSI… podía ser rastreado por un GPS… sabe si es verdad o no.
-Lo haré mamá y ¿tu?- mi madre solo se estaba preocupando por nosotras.
-No te preocupes por mí, las encontraré después- se cambió una vez mas de carril, poniéndose delante de un camión de carga lo suficientemente amplio para cubrirnos del auto que nos seguía.
Supe lo que proseguía, y no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas, y una se deslizo por mi mejilla, pero la eliminé rápidamente con mi mano, y eliminé la piscina en mis ojos con unos rápidos parpadeos. Mi mamá me sonrió, besó mi mejilla y me dijo:
-Las amo. Con todo mi corazón, no hay nada que no hiciera por ustedes, siempre he hecho lo que consideré mejor para ustedes, son la luz de mi vida, recuérdalo siempre, nunca hice nada con intención de lastimarlas.-
-Te amo mamá- salí del auto rápidamente, mirando una vez más a mi madre que estaba concentrada mirando los espejos retrovisores o al menos eso fingía. Me integré a los peatones, con calma, caminando despacio, como si fuera una persona normal y caminara en un día cualquiera, la realidad es que unos matones seguían a mi familia.
No pude evitarlo y giré mi cabeza, para poder ver hacia atrás. Un tipo con gafas de sol y chaqueta de cuero me seguía de cerca… Rayos, tomé el camino hacia la plaza más cercana… como una adolecente normal… me sabía el centro comercial de memoria.
Mientras paseaba por los escaparates de las tiendas, pude ver por el reflejo del cristal que el “matón de cuero” me seguía de cerca, entré en una tienda que sabía tenía dos entradas por diferentes lugares de la plaza, una chica que caminaba hacia la salida traía una chaqueta muy parecida a la mía, su cabello sujeto en una cola alta, ahí fue cuando se me ocurrió la idea, me quité mi chaqueta y la dejé sobre las prendas para probador, saqué el broche de laca de mi cabello y lo dejé suelto sobre mi espalda. ¡Rayos realmente amaba esa chaqueta!.. Y ahora estaba siendo una materialista horrible…
Llegué a la acera y giré hacia la derecha, mientras la chica con la chaqueta se perdía en la multitud del centro comercial. Paré un taxi y me subí, le dije que me llevara unas cuadras cerca de la escuela de Liza pero no demasiado cerca. Borré todos los contactos de mi teléfono y lo formatee de manera que no pudieran encontrar nada en el celular, aunque gracias a mi madre nunca ponía información importante en el y mucho menos nombre verdaderos. Lo puse en modo silencioso y lo deslicé debajo del asiento del conductor y arrojé un billete de 50 en el asiento delantero, hice una salida de película del automóvil sin esperar por el cambio y corrí las 4 cuadras que me separaban de la escuela de Liza.
Llegué al edificio de colores, que claramente indicaba que era una escuela primaria. Abrí la puerta del recibidor, identificándome con el guardia Jeff, el ya me conoce, muchas veces vengo por Liza, me dejó pasar y en el vestíbulo me encontré con una pareja, claramente estaban para recibir informes, justo solté un Buenas tardes, cuando el señor, puso sus manos en su cintura, moviendo el saco y dejando por unos segundo la culata de la pistola a la vista, segundos que fueron suficientes para mí. Más que suficientes. Siempre pensé que la educación era importante pero en este momento odie mi educación. La pareja se giró hacia mí con una sonrisa en sus labios.
Si… maldita educación.
Gritenme...
domingo, 3 de enero de 2010
Capítulo 1: Malos presentimientos
Comenten y haganme saber si les gusta la historia.. las quieroo mis angeles
Pipip Pipip Pipip! ¿no odian el sonido del despertador por la mañana? Yo la mayoría de las veces no, hoy sin embargo sí.
Es Jueves uno de mis días favoritos, se acerca el viernes… pero hoy en específico no me sentía con ganas de levantarme para ir al colegio… pero bueno tenía que levantarme de cualquier manera, ahora con tiempo para arreglarme o al rato con mucha prisa… mejor ahora.
Me levanté y fui al baño, donde me di una ducha rápida, sequé y peiné mi cabello, el cual sujeté en una coleta baja con un broche de laca, mascara de pestañas, mucha, adoro pintar mis pestañas, brillo en los labios. Mis vaqueros favoritos, una sencilla blusa blanca de manga larga con botones al frente sobre una camiseta azul, unos botines con poco tacón, cinturón a juego y mi chaqueta negra. Lista para el colegio.
Siempre me sentía mejor después de una ducha y arreglarme, pero seguía sintiendo el presentimiento de que no debía salir de casa, me oprimía la boca del estómago, pero decidí ignorarlo y correr escaleras abajo.
Entré en la cocina y había todo un buffet (para tres personas) dispuesto como el desayuno, mamá siempre exagera para desayunar siempre dice: “es la comida más importante del día”
-Buenos días Sam- me dice mamá con una sonrisa, mamá tiene el cabello castaño claro, lacio hasta los hombros, es muy joven para tener una hija de 19 años…
-Buenos días ma- le doy un beso y luego beso la frente de Lisa, Lisa es mi hermana menor, tiene solo 9 años, y es la niña mas especial en este planeta, su cabello ondulado le roza los hombros, enmarcando su delicado rostro en un velo rubio platino, sus mejillas siempre sonrosadas, sus ojos azules me miran con interés, siempre ha sido una niña inteligente.
-Buenos días nena- le digo, mientras me siento junto a mamá.
-Hola Samy- dice mi hermanita, mientras me sonríe y el par de hoyuelos más perfectos se asoman en sus mejillas, pero vuelve a concentrarse en su cereal de las princesas con malvaviscos, como si encerraran un gran misterio.
Tomo mi jugo de naranja justo cuando tocan un claxon, Eric ya llegó por mí, así que prácticamente engullo mi jugo y tomo una tostada del plato, mientras corro al estudio por mi mochila.
-Sam, ¿no vas a desayunar?- pregunta mi mamá, aunque ya sabe la respuesta.
-Se hace tarde, comeré algo en la escuela, lo prometo, adiós mamá, adiós cielo- les arrojo un beso y mi hermana me arroja uno, que simulo atrapar y deposito en mi corazón. Ella me sonríe, le devuelvo la sonrisa, tomo mis llaves y salgo de la casa.
El Audi A6 negro estaba estacionado frente a la casa, Eric recargado en la puerta del copiloto, mirándome.
Eric, es mi mejor amigo, si hubiera una persona en el planeta, a la que tuviera que confiar mi vida entera, aparte de mi familia, sin duda sería Eric.
Le doy un beso en la mejilla, y él me lo contesta, extrañamente no me recibe con una broma, como sería normal y eso, solo hace que recuerde el peso muerto en mi estómago, algo malo va a pasar hoy, lo sé…
Me abre la puerta como es usual, y entro en el coche.
-Sam, ¿Qué te preocupa?- me pregunta suavemente, la mirada fija al frente, pero constantemente me mira de reojo, Eric me conoce a la perfección, nos conocemos desde que tengo uso de razón, su madre y la mía son mejores amigas. Tengo una familia pequeña, el también, la suya y la mía se complementan.
-Es solo… olvidalo… es una estupidez…- dije soltando un suspiro y tratando de concentrarme en otra cosa. La mano de Eric encontró la mía y como tantas otras veces, me sentí mejor con su cálido tacto.
-Vamos Sam he escuchado muchas tonterías en mi vida, nunca una salida de tu boca… te sentirás mejor si me lo cuentas…- sabía que me sentiría mejor si se lo contaba, sabía que no me tomaría por tonta, me creería, precisamente por eso no quería decirlo, solo lo preocuparía. Pero fui más egoísta y quise liberarme del peso del estómago, al menos un poco, diciéndole mi preocupación.
-¿Nunca has sentido que algo malo va a pasar? Que tienes un peso muerto en el estómago, es como si algo estuviera vigilándome hoy… tengo el presentimiento de que no debí de salir de casa hoy… y todas esas medidas de precaución que mamá tiene ensayadas desde hace tanto… me ponen los pelos de punta…- Apretó ligeramente mi mano, mostrándome su comprensión.
Estábamos a una esquina del colegio en el alto para los estudiantes, se giró en el asiento y tomó mis dos manos en las suyas, sus ojos verdes se engancharon en los míos, mirándome fijamente: -No tienes nada de qué preocuparte, no dejaré que te pase nada, abriré los ojos por ti, lo prometo- Fue tanta la sinceridad de sus palabras y el poder de su mirada, que mi blanca piel comenzó a traicionarme, cuando el rubor subió a mis mejillas.
-Gracias, sé que puedo contar contigo, para todo y es un gran alivio para mí- apreté sus manos en las mías, agradeciendo el calor que le daba a mi fría piel.
-Siempre, sabes lo que eres para mí- acarició mi mejilla suavemente y un escalofrío recorrió mi piel, mi corazón repiqueteó levemente y de pronto me sentí confundida.
-Verde- dije solo por decir algo, para que su atención se desviara de mi, a la calle, tener un momento para pensar y continuar como normalmente… Su vista se concentró en el frente y una mano en el volante, pero la otra no soltó mi mano.
Me calmé un poco en el transcurso a el lugar de estacionamiento, pero aún sentía el peso muerto en mi estómago, abrí los seguros para bajar del coche, pero Eric los cerró de nuevo.
-Samantha- susurró y sentí un escalofrío bajar por mi espina dorsal, lentamente. Nunca había
pronunciado mi nombre completo, de niños me llamaba Samy y ahora Sam, nunca decía mi nombre completo…
-Eric- contesté solo por contestar algo, respiré profundo y me giré en el asiento, para encontrarme con sus ojos verdes fijos en mi rostro. Eric es un hombre hermoso, no hay mejores palabras para describirlo, elegante, sexy, caballeroso, con un rostro anguloso y unos ojos verdes increíbles, su cabello lacio largo, en color caoba, su sweater de cuello alto, se veía como un modelo.
-Porque no vigilas… haz lo que sabes hacer- me miraba seriamente, puedo decir que me enojé por su sugerencia, el sabía que yo no iba a hacerlo, odiaba esa parte de mi ser, con todas mis fuerzas, eso que podía hacer, solo me había traído desgracias… no lo usaría… NUNCA
-Nunca Eric- respondí tajante mientras quitaba los seguros y salía hecha una furia del auto, Eric tuvo la prudencia de no impedírmelo, estaba tan enojada, Eric sabía lo que era para mí ese recuerdo que él había destapado, sabía que odiaba recordarlo y con solo una frase había evocado a mi memoria los momentos más tristes de mi vida…
Arrojé la tostada al bote de basura más cercano y crucé el patio rápidamente mientras intentaba calmarme…
NUNCA… NUNCA… usaría eso… NUNCA aunque dependiera mi vida de ello…
Crucé el instituto rápidamente, pisando el césped y evitando los obstáculos en el camino, subí las escaleras y fui a la cafetería por mi dosis diaria de cafeína, estaba cabreada, pero sabía que mi humor decaería aun mas si no tomaba mi café expreso a la hora debida.
El timbre que indicaba el inicio de las clases sonó, tomé un trago de mi café, el dulce calor invadió mi cuerpo, respiré profundo, intentando calmarme, Eric estaba en mi mismo salón y para colmo se sentaba atrás mío.
Avancé rápidamente entre pasillos llenos de estudiantes que cerraban sus taquillas apresuradamente, para llegar a tiempo a sus clases, por suerte traía mis libros para la primera hora de clase.
Me senté en mi pupitre justo cuando tocaban el timbre que indicaba que la clase comenzaba, Eric estaba hablando con Gina, una amiga nuestra, y juzgar por cómo me miraban, era evidente que hablaban de mí, lo cual solo me molestaba aún más.
La clase de Temas selectos de Biología transcurrió lentamente, mientras hacíamos un análisis de lo visto el semestre pasado y yo no podía dejar de sentir la mirada de Eric clavada en mi coronilla. En un momento dado, una bolita de papel fue lanzada a mi escritorio. La abrí, esperando ver un mensaje, pero no tenía nada, más que una mezcla de letras diseminadas por las orillas de la hoja, sin ningún sentido alguno.
Reconocí la caligrafía, era de Eric, su letra fluida era inconfundible, con muchas curvas y giros, con aire aristocrático, entonces recordé un código que usábamos siendo más pequeños y aunque un poco en contra de mi voluntad sonreí. Alisé el papel y comencé a hacer una serie de complicados dobleces para armar la figura sobre la que había sido escrito el mensaje. Cuando estuvo terminado el mensaje era el siguiente:
Samy: Lo siento de verdad, se que lo que sugerí te hizo recordar cosas
tristes y realmente me siento miserable por haber sido el causante de tu
tristeza. Perdóname, sabes que nunca lo sugeriría, a menos que lo creyera
absolutamente necesario.
Sabía que no lo había hecho a propósito y por un momento consideré mi reacción exagerada, cogí un papel de mi libreta hice los dobleces necesarios y escribí.
Eric: Lo siento tal vez me sobre exalte, perdóname y gracias por la sugerencia
la tomaré en cuenta.
Lo desdoblé hice bola y lo aventé en el pupitre trasero. Pero una vez se me hubo pasado el enojo, el hueco en mi pecho volvió con mayor intensidad aún.
El timbre que daba por finalizada la clase sonó y di gracias a dios por ello.
Gina vino a saludarme y se dio cuenta de que habíamos arreglado nuestro mal entendido, porque estábamos jugueteando como era normal en nosotros dos.
-Ustedes se reconcilian y pelean, como un par de chulos enamorados- lo dijo claramente en tono de burla, pero Eric y yo nos pusimos muy serios y dijimos al unísono.
-NO-
-Está bien, no y ya- se alejó susurrando que éramos un par incorregible y no sé que más cosas sobre lo incomprensible que le parecíamos hoy.
Seguimos platicando sobre cosas sin importancia y de pronto Eric se puso muy serio.
-Sam, en verdad va a pasar algo hoy, puedo sentirlo también- Sus ojos estaban en los míos y pude ver su preocupación. –prométeme que tendrás cuidado-
-Siempre lo tengo, crecí con una madre paranoica- le dije tratando de restarle importancia, el que Eric admitiera que algo extraño pasaba me ponía los pelos de punta y obviamente no aliviaba para nada la carga en mi estómago.
-De verdad Sam promételo- me miro intensamente, mientras tomaba mis manos en las suyas.
Justo cuando iba a contestar mi celular comenzó a vibrar indicando una llamada entrante.
Alcé el dedo índice indicándole que me esperara un segundo. La llamada procedía de mi madre, lo que era raro, ella nunca usaba el celular, el agujero en mi estómago se ensanchó, mientras me decía a mi misma que me tranquilizara.
-¿Pasa algo mamá- le dije con la voz temblorosa, mientras Eric me miraba con los ojos ensanchados, el sabía que una llamada así no presagiaba nada bueno.
-Sam… Sam… tienes que salir del instituto… ya! Estoy pasando por ti… Sal ahora- su voz estaba desmesurada por el miedo, y me lo infundía a mi.
-¿pero qué pasa mamá? Explícame… ¿es Liza?- temía por mi hermana, siempre le había procurado, estaba confundida y quería saber que era lo que pasaba.
-No puedo explicarlo ahora… solo.. Sal de ahí… AHORA- entonces la llamada se cortó.
Cogí mis cosas lo más rápido que pude y las vacié en mi mochila, aunque pensándolo mejor era mejor no llevar nada. Cogí mi cartera, tomé mi dinero y tarjetas y me giré para ver a Eric, quien entendió perfectamente y tomó mi mochila antes de que pudiera pedírselo.
-Cuidate Sam, porfavor llamame- su voz era firme, pero en sus ojos vi miedo, miedo por mi.
-Lo haré- me abrazó rápidamente, pero hubo muchas palabras en el abrazo. Me dio un suave beso en la frente.
-Tu tambien cuidate- le dije.
2 minutos después corría por el instituto y abría la puerta de un minicooper mal estacionado sobre la acera.