Nueva Encuesta

Chicas! Ya quedó esto, bueno la opción ganadora fue... Cronicas Vampíricas, soooo ahora vamos con otro detalle porque me he fijado en variiias cosas, dejarçe la encuesta hasta fin de año, como varias votaron por Eternial, veré que sea un proyecto a futuro no se preocupen porque me gusta consentirlas. Voten en la nueva encuesta====> las quieroo

miércoles, 24 de febrero de 2010

Capítulo 6: Tiempo

Mis angles... perdon por la ausencia... ahora si no tengo escusa... pero ya vine... asi que les dejo este capítulo qe saben que va con todo mi cariño... las quierooo...



Los días fueron dando paso a las semanas y luego los meses llegaron, al principio recuerdo el temor que embargaba mi pecho, el temor a que Gene desapareciera de un momento a otro, así como había aparecido, tan de repente; Leo y yo la cuidábamos celosamente, no la dejábamos sola nunca, hasta que Caro nos reprimió por acosarla tanto, cosa que consideré irónica dada la manera en la que ella se comportaba cuando volvió Leo, pero me guarde esos comentarios para mí mismo.


Es cierto que al principio me sentí desolado, aterrado porque Gene no me reconociera, con envidia de ver a Caro y Leo tan felices… ¿Por qué a mí se me negaba la felicidad? Después descubrí lo egoístas que eran mis sentimientos, Gene estaba de vuelta, fuera por poco o mucho tiempo, pero era real, en mis vueltas al pasado, solo podía verla, mas no sentirla… ahora podía.
Aunque no me reconociera, confiaba en mí, me sonreía y después noté que me miraba de reojo en muchas ocasiones, platicaba conmigo y yo le enseñaba a usar aparatos y palabras desconocidas para ella en la manera correcta.

Era divertida y curiosa, pasó dos días enteros averiguando los misterios de la caja de metal, llena de personas, mejor conocida como televisión… después de entenderla por completo por sus propios medios, nos mostró con gran entusiasmo sus descubrimientos, era como una niña pequeña y nosotros unos padres orgullosos.

Caro y Gene se hicieron grandes amigas, nos habíamos mudado de regreso a casa, instalado la sala blanca y Caro vivía mas con nosotros que en su apartamento, pero Karla no tardó en sumarse a la comitiva, se reían juntas y cuchicheaban por los pasillos…

Leo no podía ser más feliz y yo tampoco. Bueno podría… pero tenía la resolución se dejarlo correr…. Porque el que me recordara, implicaba traerle a la mente los dolorosos recuerdos de la muerte de sus padres… pero también la suya; no estaba dispuesto a que ella recordara tanto dolor, solo por mi egoísta felicidad.

Habíamos comprobado que no recordaba nada de su estancia en Francia con mi familia… por lo que ella no me recordaba, ni tampoco a mi hermana… lo que agradecí enormemente.

Poco a poco fue saliendo de casa, sin nosotros sus escoltas permanentes, para salir con Caro y Karla, o incluso todos juntos, aunque se negaba a vestir prendas por arriba de la rodilla, pero la primera vez que usó pantalones de mezclilla, casi me voy de espaldas… sus piernas, deliciosamente torneadas, quedaban a la vista, su esbelta figura, sus curvas, todo perfectamente cubierto, pero exquisitamente visto. Aunque no le gustaban mucho… pero el problema fue solucionado por Caro, quien le compró lindos y modernos vestidos, faldas, zapatos, pantalones de vestir y sandalias, a las que Gene se hizo adicta inmediatamente, cosa que me alegró, le acondicionamos una de las muchas habitaciones en la casa, y ella era sumamente feliz y nosotros también….

Para el cumpleaños de Karla, le organizamos una fiesta privada en el hotel plaza. La lista de invitados era enorme, desde los amigos de la infancia hasta los de la universidad de Karla y Carolina ya que muchos coincidían.

Un gran inconveniente era que yo no había cambiado en absolutamente nada los últimos 7 años, pero aparentemente los padres de Carolina y Karla, o no me recordaban muy bien o decidieron mejor no preguntar, hasta el momento quiero pensar que no me recuerdan muy bien, o que recuerdan que era un poco más chico que sus hijas….

El día de la fiesta, decidieron salir temprano de la casa para ir al salón y obviamente secuestraron a Gene durante todo el día, así que no las veríamos hasta la fiesta, en una suite del hotel que habíamos alquilado para cualquier inconveniente que pudiese suscitarse durante la fiesta.

La fiesta era semi- formal… vaya dios a saber qué tipo de vestimenta se lleva a esas fiestas, así que después de un fuerte debate interno por los pantalones, terminé yendo como me visto normalmente y una chaqueta de cuero con corte cruzado.

Leo optó por el mismo arreglo y partimos hacia el hotel…

-Típico de mujeres que llegan tarde…- dije con un disimulado fastidio.

-Créeme que valdrá la pena la espera- me dijo Leo con una sonrisa en los labios.

Pero aunque me lo dijera y a pesar de todos los años que tengo, mi paciencia se agota fácilmente… comencé a dar vueltas por la habitación.

Escuché un ligero Bip que indicaba la cerradura de la tarjeta inalámbrica, era identificada y el pomo de la puerta giró, por ella entró Karla, que traía por primera vez en su vida un hermoso vestido color negro, por convicción propia, demasiado corto para mi gusto y el cabello rizo suelto perfectamente acomodado sobre sus hombros, seguida por Carolina que traía un vestido color coral que le quedaba muy bien con su tono de piel, pero estaba ansioso por ver la figura que seguía, Gene… quien traía un hermoso vestido color turquesa, combinando perfectamente con sus ojos, ajustado del busto y suelto hacia abajo, pero no por ello ocultaba su hermosa silueta, su cabello estaba recogido en un chongo desordenado, unos pequeños pendientes y una cadena con su inicial.

Fue inevitable, como si fuera atraído por un imán, una fuerza invisible que me obligaba a acercarme a ella, pero antes de poder darme cuenta, estaba frente a ella, sus labios en mi barbilla, bastaba inclinarme un poco para poder besarla, un brillo en sus ojos, que miraban a los míos, pero muy pronto recordé que no estábamos solos, así que deposité un beso sobre su frente.

-Estas hermosa- pasé un dedo por su mejilla, al mismo tiempo que un dulce rubor las inundaba con su color.

-Gracias- susurró, antes de hacer alguna locura, giré sobre mis talones y dije:

-¿Bajamos?- los tres nos habían estado mirando atentamente, solo asintieron y fueron saliendo de la habitación rumbo a la fiesta.

****

Bajamos, los invitados ya habían llegado, ¿sería eso porque habíamos bajado unos buenos 45 minutos tarde? Las miradas de todos los hombres se derramaron sobre las tres hermosas mujeres que nos acompañaban, provocando que Leo le diera un beso a Carolina, un poco posesivo, pero Carolina respondió gustosa al gesto. Franco el “novio” de Karla corrió a abrazarla y darle un suave beso sobre los labios, pero fue seña suficiente… solo quedaba Gene… ¿y que podía hacer yo? Nada… así que simplemente la tomé de la mano, ella me sonrió y nos incorporamos a la fiesta….

Un rato después Karla y Carolina se llevaron a Gene para presentarla con sus amigos, por lo que me dirigí a la barra, pedí un escoses y dejé vagar mi mente hacia cosas sin sentido… hasta que un dato atrapó mi atención.

21 de Septiembre… cumpleaños de Karla, un pequeño dato en las servilletas del lugar (Quien manda hacer servilletas para una fiesta… digo yo), ¿Cuántos meses habían pasado desde la vuelta de Gene?

Conte mentalmente, dos veces para asegurarme, pero era verdad… siete meses…. Siete. ¿Cómo era posible que me hubiera olvidado de una fecha tan importante? ¿Sería posible que el momento que había temido desde su regreso… estuviera por llegar?

Comencé a buscarla entre los invitados, pero no conseguía localizarla, mi corazón se detuvo, unos instantes lo suficiente para creer en lo peor…

Espero les haya gustado... comenten porfiss... las quierooo

lunes, 1 de febrero de 2010

*Capítulo 4: ¿Y ahora que?

Ay mis angeles!! Se que he estado un poco ausente pero ya estoy de vuelta... he tenido un regreso a clases pesado y mi inspiración decidió tomarse unas vacaciones... pero creo que ya esta en marcha... les dejo este capitulo de futuro incierto que espero les guste...


Hay momentos y situaciones en las que simplemente quicieras tener la capacidad de ser invisible y desaparecer, parar el tiempo y reflexionar, reflexionar sobre que hacer...
tener un momento para pensar en frio... quería evaporarme, evaporarme con mi hermana y mi madre y simplemente desaparecer....

Aún dentro de la seguridad relativa que nos ofrecía el taxi, mantenía a Liza aferrada a mi pecho, como si de esa manera pudiera protegerla de todo lo demás, como si al tenerla abrazada mis miedos desaparecieran.

Sus manos jugaban con mi cabello, suelto sobre los hombros, cerré los ojos, modulando mi respiración a la de Liza que se mantenía relaja, ajena a lo que estaba pasando en nuestras vidas… abrí los ojos y vi que llegábamos a la calle de Eric, esperé pasarla, puesto que no le había dado la dirección exacta, solo las indicaciones necesarias para que se pusiera en el camino correcto.

Nos bajamos a la mitad de la segunda cuadra, con Liza aun en mis brazos, no quería bajarla aunque seguramente hubiera sido una buena opción puesto que mis brazos comenzaban a adormecerse bajo su peso, pero aún así me reusé a dejarla abajo, por si tenía que correr.

Comencé a caminar, medio trotar, vigilando la calle, sintiéndome paranóica y con mil ojos puestos sobre mi espalda…cuando llegue al portón de la casa de Eric, toqué el timbre y la voz de la mucama atendió mi llamada.

-¿Diga?-

-Soy Sam- dije, mirando hacia ambos lados de la calle.

Un PiiiiP anunció que el cerrojo se corría y empujé la puerta para pasar, caminé por el camino de terracota hasta la casa de Eric, su madre al igual que la mía era un poco extremista en cuanto a seguridad, la propiedad estaba rodeada por una alta barda, que tenía el mejor circuito cerrado de televisión y toda la tecnología que el dinero pudiera comprar, la casa rodeada por un extenso jardín… de hecho… era más jardín que casa, una casa sencilla pero imponente, con ventanas amplias pero fuertemente aseguradas.

Justo cuando subía los pocos escalones de la entrada, la puerta se abrió, Suzanne la madre de
Eric estaba parada en el umbral de la puerta una ligera sonrisa en la comisura de sus labios, su cabello rubio platino y sus rasgos suaves, con un aire aristocrático no indicaban que fuera la madre de Eric, pero si esos ojos verdes, que eran exactamente iguales a los de su hijo.

-Pasa Sam- hizo un gesto con su mano invitándome a pasar, lo cual hice rápidamente. El
vestíbulo de la casa era estrecho, con unas escaleras al frente y dos puertas en los lados, una para la sala y otra para el comedor y cocina. Pasamos a la sala, que estaba decorada en colores azules, amaba esta parte de la casa, era tan acogedora…

-¿Por qué no bajas a Liza para que pueda venir a saludarme?- me lo dijo de manera amistosa y calmada. No me había dado cuenta que aún tenía a mi hermanita aferrada en mis brazos.

-Ah Claro- dije mientras bajaba a mi hermana al suelo de mármol que cubría el piso.

Suzanne extendió sus brazos a mi hermana que la abrazó entusiastamente.

-¿Como estás linda?- le pregunta a mi hermanita, quien voltea a verme como preguntando si puede responder, le doy una sonrisa y asiento lentamente, pero mi hermanita sacude la cabeza.

-¿Qué le pasa?- me pregunta Suzanne

-No lo sé, contesta nena- mi hermanita sacude nuevamente la cabeza y me señala, como queriendo que le de algo.

-¿Qué pasa liza porque no hablas?- pregunta Suzanne, mi hermanita me señala nuevamente y entonces recordé.

Lleve la mano al bolsillo de mi pantalón y saqué la invisible llave que ahí guardaba, me acerque a mi hermana y abrí el candado con el que cerraba su boca.

-Gracias Samy, ya casi no podía respirar- me sonrió y se volvió hacia Suzanne. –Muy bien Suzy gracias mmmm ¿podría ver tus cosas?- mi hermana a pesar de ser pequeña era muy educada.

-Claro cariño sabes donde están- mi hermanita sonrió y salió rápidamente de la habitación.
Suzanne la miraba, con el anhelo pintado en sus ojos, adoraba a mi hermana, era una niña dulce y tierna.

-¿Qué pasa hija?- Suzanne y mi madre eran prácticamente hermanas, Eric y yo éramos inseparables, su casa era el equivalente a un fuerte en la edad moderna, así que por consiguiente pasaba mucho más tiempo aquí que en casa, al no tener más familia Suzanne era como mi segunda madre.

Me sentía totalmente perdida a oscuras y sin saber a donde ir o que hacer… estaba tan confundida, abracé a Suzanne, que me regresó el abrazo y me lleno del amor maternal que ahora tanto necesitaba.

-¿Donde esta Marta? – me pregunto una vez que pude recomponerme.

-No lo sé, la última vez que la vi estaban siguiéndonos unos tipos, salí del auto para recoger a liza antes de que ellos llegaran a por ella.- le conté todo lo que había pasado hasta el momento, mientras me servía un té de azaleas para calmar mis nervios.

Estuvimos unos momentos en silencio, Suzanne pensando que hacer, con el ceño fruncido y la mirada concentrada en el mantel de punto que había sobre la mesa de centro.

-Discúlpame- me dijo mientras se paraba y se dirigía a la puerta al fondo de la sala, donde se encontraba el estudio, de la casa era la única habitación a la que no había entrado nunca, mi madre y ella pasaban horas platicando en el estudio, mientras Eric y yo estábamos escaleras arriba y Liza mirando las bonitas cosas de Suzanne.

Antes de cerrar la puerta me dijo:

-Estás en tu casa, volveré en unos instantes- desapareció detrás de la puerta con la mirada preocupada.

Terminé mi té y comencé a pasear por la sala, jugueteaba con la cadena y el anillo que hacían ociosas vueltas entre mis dedos.

¿Que iba a hacer ahora? Sería demasiado ingenuo, pero sobre todo estúpido de mi parte pensar que estaríamos a salvo aquí, tendríamos que irnos… ¿Pero a donde? Yo era mayor de edad, pero ni de chiste podría mantenernos a liza y a mí, no podría dejarla sola y mucho menos trabajar con ella a mi lado… ¿Qué seguía ahora? El plan terminaba aquí… ya no tenía más instrucciones que seguir… mucho menos personas a las cuales acudir por ayuda…

Estaba tan metida en mis cavilaciones que no escuché el motor del coche, ni el azote de la puerta principal, ni mi nombre, hasta que unas fuertes manos me tomaron por los brazos y me enterraron en su pecho, me sobresalté y traté de luchar, hasta que el perfume de su piel lleno mis sentidos y supe que era Eric, me relajé en sus brazos y recargué mi cabeza en su pecho.

-Ay Sam… eres una tonta, estaba tan preocupado por ti- me envolvió en sus brazos y yo, me aferré a ellos como si en eso se me fuera la vida…

-Lo siento- le dije, mientras luchaba por contener mis lagrimas. Yo casi nunca lloraba, no es que hubiera tenido muchos motivos, pero ahora los tenía.

-Llora Sam, llora-acariciaba mi cabello con ternura. Me recompuse inmediatamente, parpadee un poco despejando mis ojos de las lagrimas y me separé de Eric, quien me dejó alejarme, pero aún me tenía agarrada de las manos.

-¿Dónde está Liza?- sonreí al imaginar a mi hermana escaleras arriba con las cosas de Suzanne.

-Arriba, descubriendo el tesoro de tu madre- le dije

-¿Y Marta?- preguntó, por segunda vez me hacían esa pregunta y ahora si me derrumbé.

-Yo… yo… no lo sé… tuve que dejarla… para ir por liza… yo no quería… pero ella insistió… nos estaban siguiendo… yo logre perderlo… pero ella… no lo sé… Eric… yo no quería dejarla- las lagrimas caían por mis mejillas lentamente, haciendo lo que se vería como una escena dramática, pero no sabía dónde estaba mi madre… tal vez perdida, a salvo…. Atrapada…

-Calma Sam no es tu culpa- limpió mis mejillas con sus dedos, apartando las lágrimas de mi rostro.

-¿Sabes que nunca te había visto llorar?- sonrió y eso provocó que el llanto se me pasara y le diera un golpe en el pecho.

-No seas tonto, ¿Crees que la situación es para menos?- me aleje de el y caminé hasta el otro lado de la habitación, enfurruñada por su burla.

-Lo siento, no pretendía burlarme, solo quería que dejaras de llorar, y funcionó ¿no?- me giré y le sonreí.

-Si funcionó, gracias- me senté en el sillón, y el se sentó a mi lado.

-¿Qué paso?- preguntó

Me dispuse a contarle toda la historia de nuevo, sin escatimar en detalles, todo lo que había sucedido, mamá entregándome el anillo, como perdí al tipo en el centro comercial, algo que le pareció muy simple pero inteligente, la chica Cloe y el tipo rudo en la escuela, el paquete que me dio la directora, la escapada del colegio, el camaro llegando a la escuela y nosotras viniendo para acá.

Nos quedamos en silencio con la pregunta en el aire ¿Y ahora qué?

Quedamos paralizados cuando escuchamos el estruendo que era ocasionado por cientos de vidrios impactando contra el suelo…

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