Nueva Encuesta

Chicas! Ya quedó esto, bueno la opción ganadora fue... Cronicas Vampíricas, soooo ahora vamos con otro detalle porque me he fijado en variiias cosas, dejarçe la encuesta hasta fin de año, como varias votaron por Eternial, veré que sea un proyecto a futuro no se preocupen porque me gusta consentirlas. Voten en la nueva encuesta====> las quieroo

miércoles, 26 de agosto de 2009

Capítulo 9: Y otras tantas por hacer.

Chicas lo prometido es deuda... les dije que hoy iii es hoy un poco tarde pero aqui esta...esta es la primera mitad de el cap, porque este si va a ser un poco largo, espero les guste iii pronto pondré la siguiente mitad... besos las quieroo


Carolina


Cuando abrí mis ojos, lo único que podía ver, era el alto techo blanco, lo primero que vino a mi mente, es que me habían llevado al hospital, esto era horrible, yo no quería que Leo supiera lo de mi enfermedad, o al menos por el momento, porque digamos que no es algo que una pueda ocultar por mucho tiempo tan fácilmente.


Me enderecé, para descubrir que esto era un paraíso en blanco, me encontraba en una sala, completamente blanca, yo estaba sentada en un sillón, de algo que parecía gamuza blanca, de 4 plazas, mientras que el de dos plazas se encontraba a mi derecha y el de una plaza a mi izquierda detrás de él, había un gran ventanal, por el que se podía ver un jardín bien cuidado, con flores, césped recién cortado y una piscina, bordeado por unos cuidadosamente podados árboles.

Las paredes eran de un blanco crudo, pero no deslumbrante, una mesa de centro de vidrio, estaba delante de mí, había una nota que decía:

Leo mas te vale vayas por la comida, yo cargue con las
bolsas la vez pasada, así que si se te vuelve a olvidar te mataré y beberé tu
sangre.

No necesitaba estar firmada para saber que era de Bruno, vaya este chico sí que era drástico. Así que me encontraba en la casa de Leo y Bruno, comencé a mirar con más interés, para ver que podía descubrir sobre ellos, mas específico sobre Leo.


Me levanté, para notar que estaba sobre una alfombra de mínimo 3 cm de espesor, adivinen… si exacto blanca, mis zapatos habían desaparecido, lo cual era un poco obvio dado que no querían ensuciar la preciosa sala, de verdad era hermosa a su manera, los libreros de color crema, resaltaban contra el crudo de las paredes, pero de una manera armoniosa.

Estaba absorta observando una foto, en la que aparecían Leo, Bruno y otra chica, primero me fijé en Leo, traía unos lentes obscuros, lo cual era malo, porque seguía sin saber de que color eran sus ojos, pues hace un rato, estaba demasido ocupada intentando que el y su hermano no se agarraran a golpes en mi patio... Bruno, tamién traía lentes obscuros y estaba tan hermoso como cualquier modelo de revista, la chica era despampanantemente hermosa, rubia platino, con unos ojos azul cielo profundos, de verdad hermosos, los tres sonreían, ella estaba por el medio y pasaba sus brazos por los hombros de ambos chicos, así que supuse que ellos estaban agachados, o ella también era alta… Ella estaba inclinada hacia Leo y recargaba su cabeza en la suya, mientras le ponía cuernos a Bruno por detrás, a pesar de el caracter bromista de la foto, sentí celos, sobre esa chica...


La puerta se abrió y por ella entró Leo, traía su cabello suelto y rozaba sus hombros, caminaba, mientras leía una revista de autos, traía unos vaqueros que colgaban ligeramente de sus caderas, una playera Hugo Boss en color beige, que marcaba favorablemente sus músculos, los botones estaban abiertos y se podía ver una cadena que colgaba de su cuello, estaba descalzo también, tenía unos pies delgados y grandes…

Y con la luz del cuarto...¡Santas Macarenas! El hombre era aún más perfecto ahora que cuando lo conocí.


No se había dado cuenta de que estaba levantada, hasta que casi choca conmigo.
-¡Caro! Ya te despertaste… lo siento, fui por una revista rápido, no tenía intención de dejarte sola- intenté interrumpirlo, pero no me escucho –seguro te espantaste, te despertaste y no sabías dónde estabas- intenté callarlo de nuevo, pero como no funcionó, puse mi dedo índice sobre sus labios y en el instante en que lo hice, miles de chispas recorrieron mi cuerpo.
-Leo, tranquilo estoy bien, gracias por ayudarme- le dije, sus ojos se encontraron con los míos y encontré que sus ojos eran verdes, mi color favorito de ojos. Realmente eran hermosos, profundos, diferentes de los demás, con un brillo tan especial, como si pudieran ver a través de mi alma… mi corazón, comenzó a latir más rápido.


Tomo mi mano en la suya, la apartó de sus labios un momento y murmuró:
-Me alegra tanto que estés bien, no sabes lo mucho que me asusté- en su voz, pude escuchar el alivio que sentía, pero también, sabía que me iba a preguntar, que era lo que me había ocurrido.

-No hay porque preocuparse Leo, solo que he tenido mucha tensión, por los exámenes, así que no duermo bien y además hoy no desayuné eso es todo- le dije intentando calmarlo, todo eso muy fácilmente podía ser verdad, pero en mi caso no lo era, todo esto era por mi enfermedad, los desmayos, eran frecuentes y bendito el cielo que Leo y Bruno estaban o podría haber sido peor…

Condujo mi mano de regreso a sus labios y besó la yema de mis dedos con mucha dulzura. Apoyo su frente sobre la mía –No me vuelvas a asustar de esa manera- me dijo con un tono de orden y suplica en su voz, su preocupación, hizo temblar mis rodillas, estaba absorta mirando la perfección de sus facciones, la curva de sus labios, pensando en cómo sería tener sus labios sobre los míos, de verdad deseándolo, pero yo no podía hacer esto, no estaba dentro de mi personalidad, Leo, necesitaba una chica que pudiera estar con él siempre, alguna chica que tuviera más tiempo que yo, aunque estaba 100% decidida a vivir, no sabía si lo iba a conseguir, suficiente doloroso sería dejar a mi familia atrás, como para que también tuviera que dejar a Leo con el corazón destrozado…

Di un paso atrás y Leo también, el momento romántico había pasado, ahora podía sentir la tensión en el aire, así que para romperlo dije:
-¿la chica en la foto es tu novia?- Leo me miró extrañado , así que señale la foto, el siguió mi dedo, hasta que dio con el marco de cristal que le señalaba, frunció el ceño y dijo:
-No no lo es, es solo una vieja conocida- con un extraño tono de enfado en su voz.
-Parece que la vieja conocida y ustedes eran muy amigos- le dije.
-Te traeré algo de comer, no quiero que te vayas a caer medio muerta otra vez- dijo en un tono, que dejaba claro que era un tema que él no quería tocar. Comenzó a darse la vuelta, para marcharse, pero yo no quería que se fuera

-No Leo, ya no digo nada, pero por favor no te vayas- le dije, alcancé su mano, pero él la sacudió, tan fuerte que perdí mi escaso equilibrio y me hubiera dado de bruces con la mesa de centro, si no hubiera sido porque Leo me cogió por la cintura a mitad de caída.

-Caro lo siento, a veces no mido mi fuerza, perdón-dijo con un tono apenado.

Me tenía sujeta por la cintura y pegada a su cuerpo, de manera que era totalmente consciente de su cuerpo y el del mío, levanté mis manos y aparte con ellas el cabello de su rostro, de manera que pudiera ver sus ojos. Estaba deseando besarlo y sabía que el también lo quería...

Pase los mechones de su cabello, por detrás de su oreja, enlacé mis dedos detrás de su cuello y me quedé mirándolo.

El me miraba, con una mirada que denotaba, deseo, lo cual hizo que mis huesos se volvieran esponjosos, sus manos estaban en mi cintura, lo que ocasionaba que miles de chispas bailaran por mi cuerpo, el bajo su mirada de mis ojos a mis labios, paso su lengua por sus labios, humedeciéndolos y en ese momento perdí la cabeza.

Incline mi cabeza y lo besé.

Mis labios tocaron los suyos, sus labios se movieron al mismo ritmo que los míos, con ternura y muy suavemente, despego mis labios, y comenzó a jugar con ellos, su lengua toco la mía y ahí fue cuando el fuego se propago por toda mi piel, tomé su cuello y lo acerque más hacia mí, su perfume inundó mis sentidos, el olía a sándalo y canela.

El beso se intensifico aún más, pero seguía siendo tierno y delicado conmigo, tome su labio inferior y con mucho cuidado lo mordí un poco, ocasionando que el sonriera, me besara y luego pellizcara mi labio inferior con sus dientes. Nuestros labios se separaron, el apoyo su frente sobre la mía, abrí mis ojos, para encontrar que me miraba con una sonrisa en su rostro, le sonreí y esperé que el dijera algo.

Con la voz ronca me dijo:

-Creo que ahora si voy a traerte algo de comer- en su voz se escuchaba contento.

-Gracias- le dije con la voz delgada por la emoción.

-Espérame aquí- me dijo al mismo tiempo que me bajaba a la alfombra, no me había dado cuenta que me estaba cargando. Iba a marcharse, cuando se arrepintió y regreso sobre sus pasos, para darme un dulce beso en los labios –No tardo- susurró, se giró y desapareció por la puerta blanca.

Estaba impresionada por lo que había hecho, más no arrepentida, no hay vida para arrepentirse, de hecho, estaba muy feliz, tan feliz por su reacción al besarlo, me dirigí al sofá, no sin antes recoger la revista que leo traía en las manos, hace unos momentos, me senté y comencé a hojearla, no había pasado ni un cuarto de las hojas, cuando la puerta se abrió y Leo entró, con una bandeja, que dejó sobre la mesa de cristal, en ella había un plato de fruta, un sándwich tostado, un jugo de naranja y lo mejor de todo, una rosa roja.

La tomó, la llevó a sus labios, la beso y me la ofreció. Fue un acto tan dulce, que hizo estremecerse a mi corazón, la tomé, la besé en el mismo lugar que él, la dejé sobre la mesa, me giré y le di un suave beso en los labios.

-No creerás que voy a comerme todo esto ¿cierto?- le pregunte, arqueando una ceja.

-Si lo creo- dijo con mucha sinceridad en su voz

-¿Tan convencido estás?-le dije

-Muy convencido- contestó

Total, que terminé comiéndome todo lo que había en la charola, decir que estaba delicioso era poco, aun así, me extraño mi apetito, ya que últimamente casi no comía.

Estaba tan contenta de estar con Leo y de que me mirara de la forma en que me miraba, pero había algo que me mantenía preocupada, pero no sabía que era. En ese momento me acordé me paré rápidamente y salí corriendo hacia la puerta… yo no debería estar aquí, se suponía que estaba en casa, tirada en el jardín, estudiando. Seguro que mi mamá estaba muerta del susto, al igual que papá y Karla.

Antes de que pudiera alcanzar la perilla, Leo me detuvo, vaya, se movía rápido.

-¿Caro que te pasa? Te asusté, quieres ir a casa- la primera parte fue una pregunta, la segunda parte la dijo como afirmación y al instante en que lo dijo, su mirada se llenó de tristeza.

-No no Leo, no es por ti- le dije, las palabras un poco atropelladas entre sí, porque no quería que él se confundiera.

-Lo sabías, como te atreves a pensar que una chica como ella, podría querer tener que ver algo, con alguien como yo, ni siquiera soy un chico, soy algo que no se supone debería existir-dijo en voz baja, como para sí mismo, pero aun así, pude escucharlo.

-hey hey- grite para atraer su atención. –es solo que mis padres han de estar muy preocupados y súper enfadados, porque literalmente desaparecí- le dije

Al instante en que lo dije, su rostro cambio de expresión. Una sonrisa apareció en las comisuras de sus labios.

-Creo que Karla ya se encargó de cubrirte- me dijo

-¿Hablaste con mi hermana?-le pregunté, con toda mi sorpresa reflejada en mi voz.

-Claro y déjame decirte que es muy chistosa, me dijo que quería un resumen detallado de cómo llegaste a mi casa, detalles sucios y no sé que mas dijo…- el color comenzó a subir a mi rostro, a Karla siempre se le pasa la mano, con sus comentarios, nunca sabe cuando callarse…

Leo notó el rubor en mi rostro, tomó mi barbilla entre sus manos y levantó mi rostro hacia el suyo.

-No te avergüences por lo que otras personas digan, nunca. Además, tienes una buena hermana, te cubrió sin pedir explicaciones.- beso suavemente mi frente. –Y puedes darle toda la información que quieras, no me importa que se enteren- ahora beso mi nariz.

-pero me cobrará muy caro el favor, ya lo verás, además, no voy a poder sacármela de encima, hasta que le diga todo y todo es todo…- le dije, mirando hacia sus labios, tenía unos labios tan lindos…

-Entonces díselo todo, no tenemos nada que ocultar…- y dicho esto beso mis labios suave y rápidamente.-Te llevaré a casa-

Condujo hasta casa, en un auto, que tenía la impresión de ser muy caro, no era una marca que yo conociera, pero los asientos eran de piel y los mandos ajustables. Yo no podía saber el costo del auto, pero tampoco quería saberlo, ya había asumido, por la sala blanca, el jardín, la piscina, el salón, el recibidor y la fachada de la casa, que la familia de Leo y Bruno tenía mucho dinero…

Llegamos a casa y me abrió la puerta del auto, mi padre siempre hacia eso con mi madre, con mi hermana y conmigo, cuando le daba tiempo, no tenía tantas manos, pero de Leo, ya nada podía sorprenderme, el era tan caballeroso y atento, que todavía esperaba verlo montado en un corcel blanco…

Me acompaño hasta la puerta y se despidió de mi con un beso rápido, pero apasionado en los labios, me dedico una sonrisa que hizo temblar mi corazón y se marcho.

Escaleras arriba me esperaba… la CIA

Gritenme chicas pliss

1 comentario:

Sandiadelicius dijo...

AH no inventes me encanto el cap.
esperare el sig. con ansias,me dejaste picada!!